La necesidad de Uruguay de tener una política nacional de riego, una realidad que se acentuó en las últimas semanas con los impactos climáticos, podría diluirse en el tiempo si las lluvias mejoran la situación y como ocurre en estos casos, "nos olvidamos rápidamente del problema". El Instituto Ceres ha razonado que, si el ritmo de crecimiento de los sistemas de riego se intensifica en los próximos años, se puede llegar a 2030 con un campo que tenga riego suficiente para un crecimiento adicional del Producto Bruto Interno de casi 5% y dejaría para años siguientes una economía 3% más grande respecto a un escenario con el nivel de riego actual.
El informe de impacto económico presentado por el Instituto que encabeza el Ing. Ignacio Munyo, fue difundido durante la Expoactiva y tendrá en las próximas semanas su consolidación en los organismos de decisión correspondientes.
Los mecanismos de riego impactan positivamente en el empleo y en los ingresos del Estado por pago de tributos y cada año generarían un ingreso de 80 millones de dólares por concepto de Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas (IRAE) y de 70 millones de dólares por un aumento del consumo de energía eléctrica.
La introducción del riego ha permitido aumentar el rendimiento de maíz en un 80% y de la soja en un 40% como promedio de los últimos seis años y en temporadas con escasas precipitaciones el riego logró que los rendimientos se duplicaran en ambos cultivos.
Además en la ganadería muestra un aumento significativo en la tasa de procreo y en los kilogramos obtenidos, por lo que se deduce que es necesario remover trabas actuales e impulsar una política de Estado de expansión que trascienda los períodos de gobierno.